Hoy toca una receta muy habitual en los menús de Semana Santa, que por
cierto, ya está a la vuelta de la esquina.
Necesitamos: (para 4 personas)
- 300 gr. de garbanzos
- 500 gr. de bacalao
- 1 zanahoria
- 1 cebolla grande
- 3 dientes de ajo
- Una hoja de laurel
- Un trozo pequeño de jamón
- Pimentón, sal, pimienta de cayena, harina
- Vino blanco
- Un manojo de espinacas o un paquete congeladas
Mi modo de hacerlo:
Ponemos los garbanzos remojados del día anterior en una pota, echamos un
chorro de aceite, el jamón, la zanahoria, media cebolla, la hoja de laurel y
dos dientes de ajo.
Cubrimos con agua y ponemos al fuego, cuando empiece a hervir bajamos la
temperatura y dejamos que se hagan.
Cuando lleven una hora cociendo, sacamos la zanahoria, la cebolla y los
ajos, los aplastamos bien con un tenedor y los volvemos a echar a la pota.
Añadimos también las espinacas picadas y un poco de pimentón dulce.
Quitamos la piel al bacalao, lo cortamos en trozos pequeños (como para
fritos), los pasamos por harina y los freímos ligeramente en una sartén con un
poco de aceite de oliva virgen extra. Reservamos.
En ese mismo aceite, pochamos, a fuego suave, media cebolla cortada menuda
y una cayena.
Machacamos en el mortero un diente de ajo y echamos un chorro de vino
blanco.
Cuando la cebolla esté bien tierna, ponemos la punta de una cuchara de
harina, rehogamos y añadimos el majado del mortero. Dejamos que evapore el
alcohol y lo incorporamos a la pota.
Cuando los garbanzos estén tiernos, sacamos el jamón, echamos la sal
necesaria y los trozos de bacalao, cocemos unos diez minutos más y listo.
Mejor que repose un rato
antes de servir.
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